VamoSaCriticArte

Considerando las numerosas posibilidades con las que podemos contar al escribir una crítica y centrándonos en el ámbito del arte, este blog ha nacido para dar cabida a todo tipo de espectadores.

Desde puntos de vista diferentes y en ocasiones incluso enfrentados pretendemos no sólo despertar el interés sino conseguir que, quien lo lea, albergue un amplio abanico donde poder encontrarse sin sentir que es una misma ideología la que caracteriza todo comentario.

Dejamos, por último, una observación de Octavio Paz sobre la crítica del arte "Nada podemos decir sobre un cuadro, salvo acercarlo al espectador y guiarlo para que repita la prueba".

Pasemos a la acción.

lunes, 29 de marzo de 2010

Arte y literatura


Galimatías literario en el arte actual


http://foro.artelista.com/galimatias-literario-en-el-arte-actual-t5860.html">


“…Por otra parte, resulta curioso que en todas estas críticas, siempre se ensalza y masajea al autor de la obra…resulta que todos los artistas son el “no va más” dentro del mundo artístico; un vapuleo a tiempo, merecido y bien argumentado por un buen conocedor del arte, podría ser un buen remedio para acabar con tanta mediocridad.”

“Ceballos escribió: Pero para gozar de la pintura no es primordial entender de pintura; la pintura y el buen arte se siente, se ama, toca nuestra fibra interior, se escucha como se escucha la buena música y según la sensibilidad de cada persona se aprecia y se disfruta de manera diferente, pero nadie debe hacer “literatura”, hacer que nos guste mediante la palabra aquello que no nos llega a nuestro corazón a través de la vista…”

“¡Ah! ¿Pero existe la crítica artística todavía? …Solo puedo añadir que en lo nuestro, la comunicación visual, las palabras sobran y como dice sumergente, o se es o no se es, y solo a los imbéciles (que hay muchos) puede alagarles y creerse cuatro palabras sin sentido. Suscribo totalmente tu comentario Ceballos, para mí totalmente honesto y lleno de sentido. Un saludo.”

Leyendo en el foro artelista un debate acerca del papel de la crítica del arte no he podido más que enfrentarme de nuevo a la hoja en blanco y ponerme manos a la obra.
Sin restar razón a algunos de los razonamientos que se expresan, he de decir que la literatura en el arte no sobra. La anterior afirmación es algo que voy a sostener a lo largo del artículo, defendiéndolo a pesar de los giros de tuerca que podamos ir dando. Esto hemos de tenerlo muy claro antes de continuar. Para quien no esté de acuerdo le recomiendo que consulte el link, razone, se informe y después continúe leyendo.


Lo pondré un poco más fácil; comentan por ahí que:

“Basta dar una leída a todo este gran despliegue de talento artístico y bien razonado para darse cuenta de que la “literatura” del arte actual deja mucho que desear. Y lo más negativo de todo ello es que toda esta operación de “marketing” y “literatura” barata y engañosa lleva al público aficionado a un desconcertante desconocimiento del verdadero buen arte. Confiemos en que esta lucha, que sin lugar a dudas, deberá enfrentar en un futuro a intelectuales, escritores, críticos, aficionados al arte y artistas, que reconocen el verdadero valor del trabajo de calidad y bien elaborado, contra los que pretenden hacer del arte un negocio fácil, ponga las cosas en su lugar y desenmascare a toda esta “troupe” de farsantes haciendo que toda esta mediocridad caiga por su propio peso.”


Y ahora unas preguntas básicas para comenzar centrarnos: ¿es la literatura actual el mejor ejemplo de calidad? ¿No es cierto acaso que, excepto excepciones, nos encontramos ante un mercado inexperto que sólo busca masticar el morbo del sensacionalismo?

Considerando que estas cuestiones pueden generar otro debate las dejo en el aire apuntando, solamente, que en el declive de la literatura y el ansia por generar productos no podemos pretender que una buena crítica acompañe al arte.

Habría que empezar por el principio, colocar cada cosa en su lugar. En el terreno del arte siempre han existido y existirán obras buenas y malas, independientemente de la época en la que se generen. El problema viene cuando valorarlas pasa a manos de quienes únicamente buscan lucrarse. Es entonces cuando todo se convierte en un popurrí de mediocridad donde críticos, artistas, comisarios y todo bicho que escuche el rechinar del euro participa del manjar.


Un mal escritor no deja de serlo por encontrar en la librería más popular un enorme cartel con la portada de su libro donde se exponga el alto número de ejemplares vendidos. La publicidad y el marketing están ahí, son beneficiosos para la sociedad y no podemos discutir sobre ello. Sobre lo que sí podemos y debemos discutir es sobre el papel de nuestros artistas, sobre el papel de nuestros escritores y críticos. ¿Ellos también deben dejarse influenciar por un talón marcado con seis ceros o eso vienes después? ¿Deben vender de antemano su creatividad a sabiendas del cambio que acaban de hacer?
Quizás conserve todavía cierto ideal romántico e ingenuo que me impulse a pensar que hay quienes elijen la calidad y su propia inclinación personal ante la imposición y criterio de la oportunidad. Sin embargo, creo conveniente que esto sea así, lo considero conveniente para defender la crítica del arte, para unir estas dos disciplinas que sí pueden llevarse bien.


Escribir sobre una pieza es un ejercicio sumamente enriquecedor y doblemente beneficioso. Por una parte conseguimos a través de la verbalización de los pensamientos acercar al público dicha obra, hacerla más palpable y accesible, completar su percepción. Por otra, nos lleva a una observación más profunda donde los adjetivos aparecen para ayudarnos a mirar, para analizar desde un punto de vista donde los ojos no bastan.


Dejando de lado este continuo bucle donde todo se genera con vistas a obtener ganancias, encontramos varios ejemplos a lo largo de la historia en los que arte y literatura se han correspondido. El manifiesto surrealista o dadaísta, los juegos de lenguaje de Duchamp, la riqueza y fluidez de Octavio Paz o Rosalind Krauss, incluso el arte conceptual que bebe directamente del idioma para llevarlo a su terreno.

No podemos cerrar los ojos ante el verdadero problema y argumentar que las palabras sobran, que es la obra la que habla por sí misma y “o se es o no se es”. Hay que poner los puntos sobre las íes, dejarnos de medias tintas. Porque aquí no tienen culpa ni los que sustentan el mercado ni los que lo rechazan, porque el fallo radica precisamente en tirarnos de los pelos unos a otros en lugar de encargarnos de hacer bien nuestro trabajo.
Una crítica tiene que hablar, informar, argumentar, una obra transmitir. Y ambas pueden complementarse e incluso intercambiarse. El arte es poesía, lo vemos en Joan Brossa, en Madoz…y las palabras son arte, delante y detrás del escenario, dentro de un libro o escritas en paredes.


Así que no nos precipitemos, porque no todo está perdido. Los perdidos somos nosotros y ha llegado el momento de buscarnos.

Que así sea.


-sara-

sábado, 20 de marzo de 2010

El arte de especular

El arte de especular. La noche temática
Documental: La gran burbuja del arte contemporáneo
Director: Ben Lewis.
Año: 2009
http://www.megavideo.com/?v=SYQH94XU

Ben Lewis (comentarista y crítico de arte) dedica durante un año su trabajo a recorrer las casas de subastas y entrevistar coleccionistas y marchantes de arte con el objetivo de buscar una respuesta al incremento masivo del precio de las obras de arte y cómo la crisis puede afectar al mercado.

Ahora nos toca a nosotros tener la palabra. ¿Qué está pasando con el arte contemporáneo que no deja de sembrar polémica allá donde va? Si no son las obras que se salen de los límites es el dinero que se genera en torno a ellas, el descontento del público o la crisis del mercado. Y si el caso es protestar, protestemos bien.

La crisis, que hasta ahora se había mantenido al margen del mercado del arte, está empezando hacerse notar.

Según afirma Ben Lewis, en febrero de 2009 el volumen de negocio de la casa de subastas de Sotheby’s cayó un 75%. Este dato puede resultar desalentador, pero también es cierto que las ventas se siguen produciendo, especialmente cuando la pieza en cuestión genera verdadero interés y se le da la publicidad adecuada.

En cincodias.com comentan “la crisis saca del mercado a los especuladores del arte”:

“Para dar una idea de la situación actual del mercado, Sofía Urbina relata el caso de un coleccionista que pagó medio millón de dólares por una fotografía de Cindy Sherman, artista cuya cotización alcanza el millón de dólares. Es la realidad que está sufriendo el mercado americano. La parte buena, coinciden los expertos, es que la crisis está dejando fuera a los especuladores.”
Por los datos que leemos quizás debamos volcar la culpa enteramente en la crisis económica, que infecta todos los mercados sin olvidar el nuestro. Una posición cómoda y sencilla que nos permiten quejarnos desde nuestro sillón sin tener que cuestionarnos la posibilidad de que el fallo también esté en el mal uso de la palabra “arte”.

¿Qué es arte hoy en día? Los coleccionistas se tiran de los pelos unos a otros soltando por su boca cantidades que en ocasiones ni siquiera han tenido la oportunidad de aprender a valorar. La ley del más fuerte prevalece frente a cualquier otra, quien tenga más dinero gana. Hasta aquí todo perfecto, una obra "se valora justamente según su interés artístico y alguien con especial predilección por ella la adquiere saciando así su sed".

El problema lo encontramos cuando “aquello por lo que aseguramos sentir una sensibilidad especial” cambia su nombre por el de dinero. La palabra mágica ya sido pronunciada, a partir de aquí entramos en el círculo vicioso de la bellas artes.

El mal uso, la especulación, las prácticas monopolistas irrumpen todos los mercados, y ya conocemos el refrán “mal de muchos… prefiero no acordarme de lo que le sigue. Esa es la justificación de los manipuladores, ese…consuelo de tontos” donde esconderse para no encontrarse con su propia suciedad.

En el documental vemos claramente cómo muchos representantes pujan por obra de sus propios artistas para asegurar un buen precio en las subastas. La casa de subastas Sotheby’s de Nueva York fue investigada a raíz de prestar dinero a uno de sus postores con la intención de disparar el precio de la obra “Los lirios” de Van Gogh.
Observamos también cómo una práctica tan noble y altruista como sería donar obras de tu propia colección a museos o fundaciones se convierte en una gran ventaja fiscal. Cuanto mayor sea el precio de la obra donada menos serán los impuestos a pagar. Ni que decir tiene quién paga entonces esos impuestos que unos cuantos se han ahorrado.

Podríamos continuar citando una a una estas “pequeñas infracciones” que se comenten por amor al arte. Pero no quiero aburrir a nadie.

Aquí dejo comentarios que me han llamado la atención en alguna de las entrevistas de Lewis:

“Estos grandes loft del S.XXI en Manhattan necesitan obras hermosas y grandes” “Creo que se pueden hacer muchas comparaciones entre la Florencia del S.XVI y la época que estamos viviendo ahora, porque aquel también fue un tiempo de gran riqueza e innovación” Francis Outred (especialista en arte contemporáneo)
“Muchos buscan lo último, lo más nuevo. El arte como mercancía que puedes usar para adquirir cierto estatus” Aby Rosen (coleccionista y marchante)
“Y la ilusión es que el mercado de las subastas es el verdadero mercado y es una ilusión porque es fácil manipular” Josh Baer (periodista del mercado artístico, escritor del boletín The Baer Faxt).

Ahora que conocemos lo que piensan algunos de los nombres más reconocidos en el arte actual y hemos visto cómo están las cosas, nos toca a nosotros especular.

La burbuja del arte contemporáneo se encuentra dentro de un contexto todavía peor, la burbuja de la sociedad contemporánea. Hemos llegado a un punto donde el todo vale se ha convertido en leitmotiv, donde lo bueno se juzga por la cantidad de ceros que lleve detrás.

Con esta afirmación no quiero referirme a que el arte actual no tenga calidad o que ya no se hagan piezas buenas, tan sólo me interesa destacar la enorme depresión que en mi opinión estamos viviendo en todos los ámbitos. La indiferencia que mostramos frente a ciertas prácticas “poco ortodoxas” consigue seguir alimentado la vanidad de aquellos que se lucran en el nombre del arte.

Si bien es cierto que “quien vale prevalece, y quien no desaparece” puede que haya llegado la hora de refrescar la imagen de un sector que se está volviendo cada vez más hermético. La hora de la acción, de apartar la teoría y levantarse de ese cómodo sofá con mando a distancia dónde poder ver documentales y criticar fortuitamente lo que “están haciendo ahí fuera”.

“En ciertos momentos un gran número de idiotas tienen una enorme cantidad de dinero idiota” Walter Bagehot.

Amén.



-sara-

domingo, 14 de marzo de 2010

"Escalera hacia nosotros"

“Uno, cada vez más, sale de ARCO con la sensación de que tampoco pasaría nada si no existiese ARCO. Pasa sin pena ni gloria. Me alegra que empiecen a salir alternativas. JustMAD promete si no cae en los mismos errores de “Búsqueda del absoluto” de ARCO.”

A raíz de este comentario del artículo de David G. Torres “ARCO y la alopecia”(http://salonkritik.net/09-10/2010/02/arco_y_la_alopecia_david_g_tor.php#more) me interesa ya no evaluar la situación de la feria o conjeturar sobre si existen o no posibilidades de cambio. Prefiero dar un rodeo por mis pensamientos, que casualmente me llevan hacia un punto de partida: el concepto original.

Palabras y más palabras hemos escuchado ya sobre los límites que llevan a considerar una obra como original, sobre los ingredientes necesarios que combinados de manera acertada generan el interés del público y de la crítica. No olvidemos tampoco los extensos debates acerca de cómo debería ser el arte de nuestro tiempo, ligado (como no) a determinadas convenciones sociales y siempre “saltándose las normas dentro de ellas”.

Haciendo un repaso por la historia del arte nos encontramos con nombres que han destacado fuera de época, con otros tantos que lo han hecho en el momento adecuado participando de las reglas del juego, que siempre las hay, siempre hay quienes se encargan de ponerlas y darle valor a la moneda apropiada.

Pero yo, observando el panorama, me formulo la siguiente pregunta:

¿Cuál es el original y cual la copia? Comienzo a dudar si alguna vez ha habido diferencia, y, si la ha habido, no recuerdo el momento.

Según Carl Jung “todos nacemos originales y morimos copias”.

Me atrevería a decir que desde el momento en que nacemos nos volvemos juguetes de prueba a los que educan al antojo de unos cuantos.

Nos creemos conscientes de nosotros mismos, dueños de las sensaciones y convicciones que hemos ido forjando en nuestra formación, dueños también de nuestro propio sentir, único e irremplazable. Pero en ocasiones lo genuino escapa de nuestras manos cuando al girar la vista lo que consideramos “el resto” no es más que una reproducción, algo que nos resulta demasiado familiar.

Planteo esta cuestión como excusa para generar una última pregunta ¿Qué fue antes el huevo o la gallina? ¿Es realmente ARCO quien debe cambiar o debemos replantearnos primero cómo volver a apreciar el arte sin caer en una continua repetición de semejantes?


-sara-

sábado, 13 de marzo de 2010

CriticArte

Considerando las numerosas posibilidades con las que podemos contar al escribir una crítica y centrándonos en el ámbito del arte, este blog ha nacido para dar cabida a todo tipo de espectadores.

Desde puntos de vista diferentes y en ocasiones incluso enfrentados pretendemos no sólo despertar el interés sino conseguir que, quien lo lea, albergue un amplio abanico donde poder encontrarse sin sentir que es una misma ideología la que caracteriza todo comentario.

Dejamos, por último, una observación de Octavio Paz sobre la crítica del arte "Nada podemos decir sobre un cuadro, salvo acercarlo al espectador y guiarlo para que repita la prueba".

Pasemos a la acción.

-SaRa-


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Escalera hacia el cielo.

Me gustaría hablar de la principal polémica de La Feria Internacional de Arte Contemporáneo de este año, una obra de Eugenio Merino que valió un comunicado de la Embajada de Israel en España, en el que manifestaban su malestar por un “conjunto de obras que incluyen elementos ofensivos para judíos, israelíes y seguramente para otros.”


Analicemos la obra:” Stairway to Heaven” de Eugenio Merino, como el resto de sus esculturas ,está muy lograda técnicamente. Utiliza silicona, fibra , pelo humano y poliéster; primero esculpe el modelo en barro y luego hacen el molde y el positivo. Consigue un aspecto muy realista. Muy bien.


Su intención es crearnos una sonrisa, es alegre y es irreverente, y eso está bien.


Sin embargo, ¿funciona estéticamente?; una obra que funciona es aquella capaz de crear un sentimiento estético, que va más allá de si el tema es o no es interesante, profundo o simpático, sino que la obra nos resulta atractiva cuando las partes entre ellas se relacionan correctamente para crear una atmósfera que nos atrape.

Lo verdaderamente importante no es lo que siente el autor, sino lo que este hace sentir al receptor de su obra, que debe ser condicionado de manera que su imaginación sea la que construya el mensaje que transmite la obra, sin necesidad de que el autor lo exprese directamente, si es que realmente la obra tiene un solo significado o solo el objetivo de que el receptor imagine. En este sentido, Eugenio Merino declaró que su intención era que la obra fuera concebida como un mensaje positivo sobre la coexistencia de las religiones.

Qué gran fallo.

Me parece antiprofesional que un artista hoy en día no sepa calibrar qué clase de efecto causan sus propias obras, con lo fácil que es saber qué reacción se da en el público cuando tocas un tema polémico como es la religión.

Por otra parte, ¿realmente su intención era hablar POSITIVAMENTE sobre la coexistencia de las religiones? Oh, qué idea tan bonita y tan mal ejecutada. Pues si esa era la verdadera intención ¿Porqué no representó a un judío, un musulmán y un cristiano cogiéndose de la mano, o abrazándose? , ¿Por qué no lo hizo con niños? Sería un buen símbolo de pureza e inocencia, lo que le haría un gran favor si es cierto que esa era la intención de su mensaje.Pero una imagen como esa no tiene mayor interés, es obvio que es mucho más interesante la “escalera hacia el cielo” que construyó Merino.

Su interés erradica en que es una imagen provocadora, cualquiera con un poco de capacidad de análisis es capaz de darse cuenta de esto.

Y la llamo provocadora sin referirme al mensaje que profesa, solo basándome en la primera imagen que percibimos: una columna de tres hombres, uno encima de otro, es extraño; si además están rezando, es aún más misterioso.

Luego nos planteamos qué significa la obra, ¿porqué ese orden entre los personajes?, un artista debe ser consciente de cada uno de los detalles de su obra, de todo lo que fácilmente puede dar a entender, ¿Es ingenuo ?, ¿Es provocador? , ¿Es peligroso? Bueno, también puede existir el arte ingenuo, provocador y peligroso.

Leí hace poco en un blog donde se comentaba esta obra que Eugenio Merino era “un artista sin escrúpulos por intentar hacer propaganda para llamar la atención. Hace uso de lo escandaloso para poder comercializar”.
No estoy en absoluto de acuerdo con estas afirmaciones, y sinceramente, tampoco creo que esté muy claro qué es lo que quiere darnos a entender esta persona. ¿Qué convierte a Eugenio Merino en un artista sin escrúpulos?, ¿Bromear con un tema socialmente tabú como las religiones?, creía que ya habíamos superado esa etapa de la historia del mundo; ¿hace un uso de lo escandaloso para conseguir dinero y darse a conocer?, ¿Acaso es algo negativo?, si el espectador quiere el cuadro de un paisaje y yo le hago un buen paisaje, es lógico que me pague por mi trabajo, pero si lo que el público quiere es de temática morbosa y controvertida, entonces mi trabajo se vuelve deshonesto.

Eso por una parte, y por otra, ¿Qué hay de malo en ser un artista polémico?, creo que las motivaciones de un artista para querer hacer arte polémico son tan válidas como las que pueda tener para hacer arte conceptual. Sólo hay una cosa que debe ser juzgada, si la obra es buena o no lo es. Por favor, dejemos de mencionar la evidencia de que una obra de arte es polémica como si en sí fuera algo negativo.


Desde mi punto de vista lo más reprochable de Eugenio Merino fue su incapacidad para defender su propia obra. Darle un significado inocente la ha estropeado por completo. Primero, el significado no se corresponde con lo que transmite la obra, y segundo, ¿feliz cohesión entre las religiones? ,¿De verdad,( y después de conocer el resto de sus obras),puede alguien creerse que este artista concibió la idea desde un punto de vista tan inmaculado, puro y bello?, ¿Qué su intención siempre fue transmitir ese mensaje rancio y nada convincente?.


Yo creo que no. Tuvo que echarse atrás, tuvo que pedir disculpas y hasta ahí lo entiendo. Pero nunca hubiese traicionado de esa forma su obra si tuviera la elegancia de mantenerse fiel a sus motivaciones reales. Me he tomado la libertad de inventarme una excusa mejor para Eugenio Merino: “he pensado en esta imagen y la he creado, no he querido herir sensibilidades y me disculpo si lo he hecho. Pero lo cierto es que yo no concebí la obra para que fuese así interpretada , hay cosas que no están hechas racionalmente, y no pueden ser explicadas.


“Malo es el que mal piensa”.


Y punto.


T.